VAGABUNDOS EN LA PLATA
El sol dorado estaba tan bajo que pegaba directo en los ojos recién abiertos. El chofer del bus nos decía que debíamos bajar y nosotros, soñolientos y con vestigios del vodka y la cerveza de la noche, no entendíamos. Por la avenida Ramos Mejía cruzaban cientos de personas afanadas: ejecutivos, obreros, vendedores, borrachos y toda la fauna humana que a las siete de la mañana va al epicentro del transporte de una gran ciudad. La estación de tren Retiro es un gran edificio gris de la década del treinta del siglo XX, no es ni bonito ni feo pero si imponente. Nosotros llevábamos los instrumentos al hombro y peleábamos por no dormir. Sin embargo todos sonreíamos, había sido una buena noche.
El bus de regreso de La Plata a Buenos Aires lo cogimos a las seis de la mañana (aunque aquí se debe decir “lo tomamos”) luego de haber caminado desde las cinco y veinte de la mañana desde la Plaza Noche de los Lápices unas 18 cuadras hasta la terminal de transporte. Salimos en la penumbra y en el camino el cielo se hizo claro a la manera lenta que amanece y atardece en el verano argentino. Todo el camino nos acompañaron un par de perros locos, criollos, que se lanzaban de manera suicida contra cada carro que pasaba por nuestro camino. Personalmente me gusta caminar con la guitarra colgada, me parece que hace parte de mi y sobre todo después de un buen concierto. No soy apegado a los objetos pero si quiero mi guitarra. La Plata es una ciudad tranquila y limpia, cada seis cuadras hay un parque y cada cuadra hay un recordatorio de la dictadura, un reclamo de justicia o una conmemoración por los desaparecidos. Durante la dictadura de los setentas y ochentas La Plata fue una de las ciudades más golpeadas, puede ser porque es una ciudad universitaria y artística y el arte y la educación generalmente tienen malas relaciones con las dictaduras militares. La Plata como Jerusalén, Berlín o Medellín son de esas ciudades que parte de su hermosura está en sus cicatrices.
El Vodka lo habíamos tomado vivo en la Plaza Noche de los Lápices. En la plaza varios grupos de personas hablaban, tomaban y fumaban bareta. Un hombre moreno y grueso de unos cincuenta años armó su parrilla de choripanes a 10 pesos argentinos. “Yo siempre llego a media noche, no me gusta salir temprano y siempre lo vendo todo, todos llegan a esta plaza en la madrugada”. Victoria, nuestro contacto en La Plata, a quien Leo el de Radio Nacional describió como “Un tren, esa mina nunca para” porque es buena baterista, profesora de periodismo, gestora y una excelente anfitriona. Victoria llevaba unos jeans negros muy ceñidos al cuerpo, con converse y una camiseta de AC/DC, como para que no queden dudas de que es una roquera, todo perfecto para su cabello rojo y su cara de facciones suaves y lindas. Para decirlo con un solo adjetivo Victoria es encantadora en todos los sentidos. Nos contó sobre La Plata, un pueblo planeado y edificado por Masones en el siglo XIX que querían hacerlo capital, nos habló sobre las universidades y el arte de la ciudad y la época dura de las dictaduras y el terrorismo de Estado.
Victoria nos dijo algo que ya nos habían dicho varias personas, incluyendo a Leo, el que nos entrevistó en Radio Nacional “Pura vida es el centro del rock de La Plata, es donde está pasando todo en la música local”. El pura vida está en el marco de la plaza, su fachada es decorada por grafitis de muchos colores. El interior es una casa vieja con mesas en diferentes salas y una pista de baile. Es oscuro y al frente, antes de la barra está el escenario Federico José Moura, en homenaje al cantante de la banda Virus, quien murió de sida en 1988. La tarima es para bandas de rock, solo cabe la batería, dos guitarras y el bajo. A un lado hay una ventanita con la consola y bajo el control de Vikingo, un rubio de casi dos metros y barba, que debe estar por mediados de los cuarenta. “Parceros”, nos dijo y luego nos dio a cada uno un beso en la mejilla como es costumbre en Argentina. Su esposa es colombiana y dice que le encanta Colombia. La tarima es de madera y se mueve al vaivén de las canciones. La batería la había llevado Victoria, ella la había empacado sola en el carro y la llevó hasta el bar.
Mientras The Plásticos tocaba se sentía la fuerza del sonido del lugar, el bombo se sentía en el pecho y se entendía cada instrumento. Durante su presentación The Plásticos invitaron a un cuarentón flaco, alto y peinado al estilo Elvis, nombre que llevaba la chapa de su correa. El hombre era una estrella de rock, pero no en el sentido despectivo, cantaba muy bien, se sabía mover y todos lo miramos mientras cantaba. The Plásticos ya han estado en Colombia y tienen fans, nosotros los habíamos oído en Radiónica y luego supimos de ellos porque son los fundadores del Movimiento del Ruido, un proyecto que une bandas independientes de toda Latinoamérica. Son una gran banda, yo quisiera verlos pronto en Medellín. “A mi no me interesa el dinero, yo solo quiero tocar, hacer lo que ustedes están haciendo, ir a otros lugares a tocar solo por tocar, solo por la experiencia”. Leo nos habló de la movida independiente de La Plata, en la ciudad hay más de 3000 bandas y se la están jugando por la autogestión. No van mucho a Buenos Aires, pues dice que es difícil conseguir toques en la capital, por eso las bandas hacen lo suyo en su ciudad y desde allí salen al resto del mundo, muchos por las redes sociales y las emisoras independientes.
Nosotros tocamos antes de The Plásticos, a eso de las doce de la noche. El bar no estaba lleno pero había una buena cantidad de gente. Hicimos el mismo Set que hemos usado en los otros toques porque siempre ha sido público diferente. Empezamos con Colombia ska, pegado con Domador y Circulación. El sonido era duro, nos sentíamos traqueando fuerte. Afuera el público gritaba y aplaudía fuerte cada canción. “Parceros, que chimba estar con ustedes” y la gente entendió lo que les dije. En el escenario había afiches pidiendo justicia por los desaparecidos de la dictadura. Hablé sobre las canciones y expliqué el contexto de manera breve. Tocamos por primera vez Dirán Silencio, la que compusimos con Fértil y Burgomaestre por segunda vez. Las letras se entendían porque desafortunadamente la realidad argentina no dista mucho de la colombiana.
-Queremos agradecer especialmente a Victoria que nos ha acogido muy bien a todos.
Un silencio, un grito de “¡bravo!” desde la barra del bar y la risa fuerte de todo el público. Nos ha acogido puede sonar a nos ha cogido, y ya saben lo que es coger en argentino y porque debemos decir tomar el bus y no coger el bus. Terminamos con Libertad pegado con la intro de Caminito al Cielo, esa canción es nuestra petición de justicia por los desaparecidos, en el bar las paredes pedían justicia por los suyos, pero en ese momento uno entiende que no son sus desaparecidos y nuestros desaparecidos, son los desaparecidos, todos, en todas partes. La energía estaba muy alta, todo estaba funcionando como debía funcionar y a la gente les gustó la banda. Por el aplauso y los gritos diríamos que les gustó bastante.
Leo no pudo llegar, pero fue el que nos entrevistó en la tarde en Radio Nacional, antes de nuestra entrevista sonaron una canción de Tom Waits y dos de Gogol Bordello, para que se hagan una idea del gusto de la gente de la emisora. La entrevista se fue por más de media hora, Leo pregunta no solo de la música, pregunta por la política del país, dice que le encanta toda Latinoamérica y que en sus planes está pasar pronto por Medellín. Habló del underground y de como la música independiente se está tomando el mundo y también nos dijo que íbamos a tocar en el centro del rock de La Plata, el bar Pura Vida. Cuando pusieron Caminito al cielo Leo nos miró y nos dijo “La banda suena del putas, suena muy bien” y le gustó más cuando le explicamos la letra. Juliana grababa y afuera Santi, un amigo que conocimos en el avión y Cata, una amiga de Sabaneta que vive en Buenos Aires oían por radio lo que nosotros decíamos. Pusieron también Libertad y Caminito. La entrevista fue el presagio de un buen día y a su vez una inyección de energía.
El día había empezado bien, Juanjo, Camilo, Juli y yo nos despertamos a las once de la mañana en la habitación que ha sido nuestra casa en estos quince días. Almorzamos, debíamos encontramos con Diego Londoño, Santi y Cata a la una de la tarde en Constitución, la estación de donde saldría el tren. Como el dinero no nos sobra hicimos almuerzo para salir, llegamos a la estación una hora más tarde. Nos esperaban. No hubo recriminaciones porel retraso, en el fondo todos sabíamos que sería un buen día, como siempre que tocamos, un buen día.
Por: Felipe Grajales Un vagabundo :)
ey q chimba q los vagabundos hallan pegado por aya...las mejores parceros
ResponderEliminarUn placer haberlos conocido, y haberlos escuchado en vivo. Un placer también compartir el escenario, y porqué no, la noche con ustedes. La pasamos excelente, y como les dije allá en el bar:
ResponderEliminarYa nos volveremos a ver, pero en tus tierras, que todavía no tengo el honor de visitar, pero no faltará oportunidad.
Un abrazo enorme a toda la banda.
Martin, Bateria y coros en The Plasticos.