“Siga por este lado derecho hermano, por ahí unas cuatro o cinco cuadras” dice el policía; con la mochila repleta de libros, audífonos, una cámara fotográfica y hasta una toalla, me dispongo al encuentro con la primer banda en escena, Kukos Band, quien después de ganar el concurso “Tu banda en el Concierto de Manu Chao” se dispone a calentar los motores del ya considerable público asistente.
Son las 6:20 pm, después de una demora en la entrada y con más sospechas que amabilidad me dejan ingresar como parte de la prensa hasta donde se encuentra el público en general.
Un par de temas y sin previo aviso suena la trompeta de Daniel Puerta de “Mojiganga”, el segundo invitado, quien da el toque final a la orquesta.
Jahmin Jah se baja antes de lo esperado y sin previo aviso empieza el reggae de la banda Providencia, que después de estar de gira por Estados Unidos volvían a tocar en su tierra.
“No la pueden tumbar”, “Distancia”, “Noche de Rocksteady”, “Aerosoles”, “Contigo” y demás canciones en casi una hora de presentación donde el público ya estaba a tono para lo que se venía.
Cuando se cree van a presentar a la banda, un miembro de la organización del concierto indica que se esperará un tiempo para que termine de ingresar el público, otra muestra de la débil logística dada al concierto.
Una vez terminadas las largas filas, siendo eso de las 9:30 pm, llego el momento esperado, Gambeat, bajista de la banda, aparece en escena y empieza a animar el público, todavía en una tenue luz se vislumbra Madjid, el guitarrista y por allá atrás Phillippe “Garbancito” preparando sus platillos.
Todo listo para iniciar la fiesta, todos esperando el invitado especial, el dueño de la noche, el siempre bien recibido Jose Manuel Arturo Tomás Chao.
Todos a la expectativa, empieza a sonar la banda sin él, se prenden las luces y aparece con su gorra y su guitarra Manu Chao, el público estalla de alegría.
“Ya llegó, ya llegó… ¿Que pasó? ¿Que pasó?” empieza a cantar y la locura colectiva se apodera del aeroparque, la primera canción, “Mr Bobby”, empieza… Manu Chao está en la casa luego de seis años.
Canciones para todos los gustos, cada inicio de guitarra se vuelve un grito de alegría, cada canción un sueño cumplido para algún espectador, “Bienvenido a Tijuana”, “Clandestino”, “Señor Matanza” son el primer momento del concierto donde cada tema eran saltos, gritos, pogos y alegría.
Casi a la hora de haber empezado, el grupo da su primera despedida, “Muchas gracias, Medellín”, dicen ellos, mientras sueltan sus instrumentos, se apagan las luces y antes de poder asimilar lo que pasa, vuelven a salir, con energía renovada, a seguir tocando, sigue la fiesta.
Manu Chao cada vez más animado, coge su guitarra como su arma y el micrófono como el altavoz de su corazón, de sus latidos, de su tierra, cada vez va cantando temas más conocidos, más cantados, más apetecidos.
“Arriba la luna oea” y mientras todos levantan sus manos, con ya más de una muestra de agotamiento, sigue la fiesta; vuelven a despedirse.
Entre despedida y despedida va acabando el concierto, más de dos horas de actuación donde “El Desaparecido”, “Rumba de Barcelona” y “Cinco Razones” fueron puntos altos de emoción, en ésta última con la inclusión de una pancarta y varias personas en contra de la megaminería, a quienes Manu Chao les cedió el micrófono por unos minutos. Se fuerza la máquina de noche y de día, el telón va cayendo.